La falsa Plandemia

Obra de teatro en 4 actos y múltiples desacatos

Índice:

Acto Primero: La muerte anuncia la pandemia

Acto Segundo: La pandemia anuncia la muerte

Acto Tercero: Los no vacunados serán arrestados

Acto Cuarto: La rebelión

Acto Primero: La muerte anuncia la pandemia

Por una solitaria calle empedrada, circula la Muerte. Es la Muerte tradicional vestida de negro y con guadaña, pero además lleva un megáfono.

La Muerte: Se acerca el fin de los tiempos, escondeos todos en vuestras casas, el que sea sorprendido pernoctando por calles y alamedas será trasladado inmediatamente al averno del virus maligno, que os desangrará los pulmones hasta no podáis respirar.

Voz 1: Pedrito, Elenita, ¡no se asomen a la ventana! El virus de la muerte anda pregonando por la calle, si salimos sin su permiso, nos llevará directamente al infierno. Recemos juntos…

Voz 2: Lo dijeron por la televisión, por todos los canales, en los noticieros, por la radio, en los titulares de prensa, la curva de muertos se está elevando al cielo, afectados seiscientos sesenta y seis mil, seiscientos sesenta y seis…

La Muerte: Todo el mundo debe permanecer encerrado en sus casas, no importa la edad, color, sexo o desviación que sufra, el que se atreva a salir desafiando a la muerte recibirá largos años de cárcel, multas económicas y lo que es peor, puede pagarla con su vida, porque yo estoy encargada de que esta enfermedad no tenga cura.

(Se escucha la voz de un hombre gritando en la lejanía):

Aléjense de mí que me van a contagiar, aléjense, aléjense, déjenme caminar.

(El hombre sale al escenario. Es un hombre alto de aspecto extranjero, lleva puesta una máscara antigases).

Hombre: La muerte está aquí mismo en la calle, ¡malditos condenados quédense en sus casas para que no me contaminen!

(Se bajan las luces, pasamos a una escena dentro de una casa).

Actor 1: ¿Escuchaste?

Actor 2: ¿Qué cosa?

Actor 1: ¡Ya va a llegar!

Actor 2: ¿Ya va a llegar qué?

Actor 1: Lo dijeron en TV, estaba en el periódico, hasta el cura dio aviso…

Actor 2: ¡Dio aviso de qué?

Actor 1: Mucha gente corrió espantada al supermercado por temor que se acabara…

Actor 2: ¿Que se acabará qué?

Actor 1: El gobierno dijo que había que quedarse en la casa porque no se sabía quién lo trajera…

Actor 2: Un, un momento, por favor, explícame…

Actor 1: Tengo miedo, mucho miedo, seguramente seré el primero…

Actor 2: Tranquilo, nunca has sido el primero en nada… ¿el primero en qué?

Actor 1: Viene de la China, pasó por Korea y se bajó en España, ni qué hablar de lo que hizo en Italia, ¡por favor protégeme!

Actor 2: Si no me dices qué es, ¿cómo te voy a proteger? Podría darte un abrazo…

Actor 1: (Gritando) ¡No te me acerques, no me toques, no me respires cerca!

Actor 2: ¿Cómo te voy a ayudar entonces?

Actor 1: Ya lo sé, aléjate, más lejos, háblame sin abrir la boca, lo tienes por dentro… no me respires tan duro…

Actor 2: ¿Qué te dijeron que te enloquecieron?

Actor 1: Loca estás tú, no sabes del peligro que nos acecha. No ves TV, no te enteras de nada, no sabes cómo vamos a morir…

Actor 2: (Mirando por la ventana, se escucha un megáfono) Toda persona que sea vista en la calle sin un permiso especial será arrestada de inmediato, no podemos permitir que por culpa de uno mueran miles…

Actor 1: ¡Te lo dije! ¡Ya lo sé” ¡El peligro eres tú! No has escuchado nada de lo que tienes que hacer, eres un peligro. Voy a llamar a la policía.

(Se enciende una TV, se ve un noticiero)

Ya llegan a 3 mil los muertos por estampidas de gente que se ha agolpado en los supermercados para comprar alimentos para el encierro obligatorio. El gobierno ha dicho: “Los encerramos para salvarlos y terminaron matándose”. Y recuerden, hay que lavarse las manos cada 5 minutos, no hablar con nadie, no acercarse a menos de dos metros de ninguna persona y reportar cualquier comportamiento que vaya contra esta directiva.

Actor 2: Ya veo, ya veo, una operación sicológica para crear terror en la gente…

Actor 1: (En el teléfono) Sí, no se ha lavado las manos, me habló a menos de un metro, es la una en mil que nos matará…

(Se escucha la voz de la muerte desde la calle).

La Muerte: La cifra de muertos sube cada minuto, no, no se asomen a mirarme por las ventanas, no quieren ver las cosas horribles que están pasando aquí afuera.

Actor 1: (Colgando el teléfono) La policía ya viene a tomarte la temperatura , y de ser necesario, no te preocupes, te pondrán en una máquina que respirará por ti.

Actor 2: Pero ni siquiera estoy enfermo.

Actor 1: Eso dicen todos.

Volvemos a la escena callejera. La Muerte arrastra ahora un parlante gigantesco y coloca una banda de sonido con sirenas, gritos, disparos, lamentaciones y una voz que dice al final: Esto aquí afuera es una verdadera guerra, por su propia seguridad, ¡quédense en casa!

Actor 1: ¿No te lo dije? Como no ves televisión no sabes ni siquiera lo que está pasando en tu propia calle.

(Se escuchan fuertes golpes en la puerta y una voz que dice):

¡Es la policía, abran la puerta, es por su propio bien.

Fin del primer acto.

Acto Segundo: La pandemia anuncia la muerte

Un estudio de TV vacío, vemos luces bajas, una pantalla de fondo que anuncia un noticiero. De repente se escuchan crujidos y voces, puertas que se abren y se cierran, pasos apresurados. Hace su entrada la Muerte del primer acto, despojándose de su capa negra y demás atuendos. Se convierte una joven atractiva, las luces suben y ella se sienta en la silla de la presentadora del programa de TV.

Presentadora: Estimada audiencia, noticia de última hora: Esta noche hemos presenciado en las calles el dramático espectáculo de personas muertas en las esquinas, en medio de la acera y de moribundos sufriendo de asfixia. Este dantesco drama se desarrolla ante nuestra mirada impotente para ayudar a las víctimas. La Organización Mundial de la Salud ha declarado lo peor que se podría esperar y lo que más debemos temer: Una pandemia.

(Entran tres actores vestidos de negro, quienes se arrastran por el escenario).

Actor 1 (se levanta, al público, canta):

Un peligroso virus anda suelto

al que lo coja en la calle

si no lo deja cojo

lo deja muerto.

Aprendan a tener temor

muéranse de terror

este virus malvado

ya ha matado,

este mal no se cura

ni con agua de yerbas

ni con aspirina

así como Cristo

tuvo una corona de espinas

nosotros tenemos

la corona del virus que asesina.

Actores 2 y 3 (A coro):

Edicto del gobierno:

Se suspenden los derechos

y se encienden los torcidos

todos están arrestados

por culpa del virus,

no más protesta social,

queda prohibida la alegría

se suspende la risa,

y de manera indefinida

los abrazos,

les diremos a qué hora salir,

dónde pararse,

cómo desinfectarse,

y lo más importante

cómo taparse la cara

porque cada uno de ustedes

es un virus ambulante.

(Los tres actores salen del escenario, volvemos a la presentadora)

Presentadora: Como pudieron ver en las escenas que no mostramos para no crear más pánico, los hospitales están llenos y no hay camas para más enfermos. Hoy se inauguraron 37 nuevos cementerios que cuentan con todas las comodidades del mundo moderno para que el viaje al más allá sea lo más cómodo posible. Sin embargo, han quedado prohibidos los entierros, todos los muertos serán cremados para que el virus asesino no siga causando daños. Por una cómoda cuota, la cremación será transmitida en vivo y en directo para la familia del difunto.

Veamos ahora las palabras de nuestro presidente en una reciente conferencia de prensa.

(Entran en escena los tres actores vestidos de negro, uno de ellos lleva un sombrero de copa, los otros dos grandes letreros que dicen “Prensa”).

Actor 1 (Rápidamente): Señor presidente, ¿cuánto durará la cuarentena? ¿Puede la gente sana salir a la calle? ¿Qué pasará con los vendedores ambulantes?

Actor 2 (Rápidamente): Señor presidente, ¿cuánta gente ha muerto por el virus? ¿Existe algún remedio parta combatirlo?

Presidente: Señores, señores, no me fusilen a preguntas. El decreto es claro, estamos en una nueva anormalidad, el mundo de antes ha desaparecido, la cuarentena durará lo que duran las cuarentenas indefinidas o en su defecto hasta que se encuentre una vacuna contra el virus. Esta es la peor pandemia que ha habido desde la última pandemia.

(Dirigiéndose a una cámara imaginaria, en dirección al público). Todo el mundo, por decreto presidencial, será declarado portador del virus hasta que no se demuestre lo contrario. Todos los muertos de hoy en adelante, también por decreto, serán declarados muertos por este horrible virus, esto con el fin de facilitar la labor médica porque cada prueba y cada autopsia arruinarían al estado. Mi consejera, la doctora Pezuña Guayababá, experta en pandemias pues estudió cómo crearlas, digo, combatirlas, en el London Royal College, lo ha dicho claramente:

(Aparece la presentadora, ahora con una peluca y unas grandes gafas cuadradas):

“Teniendo en cuenta mis facultades y sus dificultades y que la inversa de la curva es la pendiente del punto máximo del descenso en subida de la enfermedad, la cuarentena seguirá indefinidamente hasta que todo el mundo sea vacunado con una vacuna de Bayer, porque si es Bayer, es buena”.

Presidente: Gracias por su atención, cada noche daré un reporte exacto de muertes, infecciones, muertes en el extranjero, número de personas arrestadas por incumplir la cuarentena, y, recuerden si salen sin mascarilla, pueden ser arrestados, si salen el día equivocado, pueden ser arrestados, si se paran a la distancia equivocada, pueden ser arrestados.

Actor 1: Señor presidente, ¿es cierto que las personas sin síntomas pueden ser contagiosas?

Presidente: La doctora Guayababá puede responder mejor a esa pregunta.

Dra. Guayababá: Las personas enfermas sin síntomas son las más peligrosas, cualquier persona sin síntomas es sospechosa de portar un virus oculto…

Actor 2: ¿Quiere usted decir que las personas sanas son un peligro para la sociedad porque son enfermos potenciales?

Dra. Guayababá: Exactamente. Como le dije al presidente que dijera y como muy bien les dijo o tal vez no les dijo, pero ahora yo se los digo (Los actores 1 y 2 hacen la mímica de lo que va diciendo la doctora): Hay que lavarse las manos 30 veces por hora, desinfectarse los zapatos, los codos, mantener dos metros de distancia entre persona y persona, no salir de día de su casa y mucho menos de noche, porque el virus nos descansa, siempre está buscando una nueva víctima, el virus se pega en la ropa, en el pelo, en los andenes, en el aire. Por eso empezaremos desde ya una campaña para desinfectar el aire con los mejores productos químicos de Bayer, porque si es Bayer, es bueno.

(Bajan las luces, estos actores salen de escena, un spot light ilumina a la presentadora).

Presentadora: Y, pasando a otras noticias, se han reportado nuevas víctimas del virus de la corona, una pareja que decidió indisciplinadamente salir a bailar a la calle con fuerte música fue confundida por la policía con unos asaltantes de banco y fue dada de baja. Afortunadamente, porque podrían haber contagiado a cientos o a miles de personas del coronavirus, ya que estaban perfectamente saludables, y como bien lo explicó la doctora Guayababá: “Las personas sanas representan un verdadero peligro para la sociedad, porque no sabemos si en verdad están enfermas”.

Fin del segundo acto

Acto Tercero: Los no vacunados serán arrestados

Escena 1

(La casa de una familia de clase media en algún lugar de una ciudad latinoamericana).

Leticia: Me niego a salir con bozal en la boca y mucho menos a que me desinfecten a la entrada de las tiendas, ¿acaso soy una vaca o un perro pulposo?

Madre (en silla de ruedas): Leticia, hija, es la ley. Lo están haciendo por nuestro bien. Por suerte yo no puedo salir para exponerme a los virus de la calle… pero si tú me llegas a traer u virus, ¿qué va a pasar con esta pobre vieja?

Leticia: Perdí mi trabajo, se nos van a acabar los ahorros, tu pensión no alcanza, tendré que salir a trabajar o nos morimos de hambre.

Madre: El gobierno prometió que repartiría mercados.

Leticia: Sí, se los repartieron entre ellos porque aquí no ha pasado ningún camión con mercados.

Madre: Hay que tener paciencia, ¡para cuántas semanas dijiste que nos quedaba dinero para vivir?

Leticia: (Asombrada) ¿Semanas? Tenemos para hoy y mañana y nada más. No sé que vamos a comer después.

Madre: No te puedes arriesgar a salir a trabajar, mucho menos sin bozal, digo, sin mascarilla. ¿Vas a buscar otro trabajo?

Leticia: Todo está cerrado.Tendré que salir a vender las mascarillas que estaba haciendo, no valen nada pero nos pueden ayudar a alargar el dinero.

(Se escuchan golpes en la puerta).

Leticia: ¿Quién es?

Voz: Somos la brigada de salud, venimos a ver cómo están y a tomarles la temperatura y a asegurar que nadie está enfermo.

Leticia: Estamos muy enfermos

Madre (en voz baja): No digas mentiras.

Voz: ¡Abran inmediatamente!

Leticia: Estos muy enfermos, pero de hambre. ¿Traen ustedes algún mercado?

Voz: No, porque la salud es lo primero. Todo contagiado debe ser aislado y llevado a cuidados intensivos. Si no abre la puerta nos veremos obligaos a a forzarla, es por su bien, ustedes saben.

(Leticia abre la puerta, dos hombres vestidos de blanco con máscaras de plástico entran precipitadamente).

Hombre 1 (A Leticia): Manos contra la pared, de espaldas, extienda las piernas. (Saca una pistola de plástico gigantesca). Le tomaremos sus signos vitales, si tiene fiebre será arrestada, digo aislada. (Le levanta la falda).

Leticia: ¿Qué está haciendo, ¡PARE! ¡No me está tomando la temperatura!

(El hombre viola a Leticia, mientras el otro hombre la agarra por la cabeza y le tapa la boca).

Madre: ¡Bestias, criminales, suelten a mi hija!

Hombre 2: ¡Usted se calla o le tomamos también la temperatura!

Escena 2

(Una calle de una ciudad latinoamericana. Contra una pared de ladrillo un vendedor pregona su producto a la gente que pasa).

Vendedor: ¡Fruta fresca, orgánica, del campo a su casa, sin intermediarios!

(Pregonando) ¡Lleven la frutica, fresca y bonita! (Hace como si mirara una mujer que va pasando) ¡Fresca y bonita como esta señorita! ¡Lleven la fruta fresca, del campo derecho a su mesa! ¡Ricas las pitayas, deliciosas las papayas, deliciosas las papayas, ricas las pitayas!

(A una clienta que no se ve en escena):

Cómo no, mi señora, a 5 mil la libra, puede probarla si gusta, sabrosa y jugosa (Hace como si diera a probar la fruta). ¿Dos libras? Con mucho gusto. (Hace como si entregara la fruta, continúa con su pregón). ¡Ricas las pitayas, deliciosas las papayas, deliciosas las papayas, ricas las pitayas!

(Un policía vestido como los anteriores, de blanco y de máscara de plástico, entre en escena. Se dirige al vendedor).

Policía: ¡Presentar el señor ambulante documento de identidad y permiso de trabajo!

Vendedor: Pero si toda la vida he trabajado en esta esquina, ¿de qué permiso me habla!

Policía: (Habla por un radio) Individuo sin bioprotección vende alimentos sin permiso frente al palacio de Justicia, solicito refuerzos.

Policía: ¿No sabe que no usar mascarilla es un crimen punible con 4 a 10 años de cárcel y que trabajar sin permiso del gobierno estás estrictamente prohibido?

Vendedor: Pero, señor agente, trabajo por necesidad, después de 90 días de cuarentena ya no tenemos dinero para comprar comida y mi mujer y mis 4 hijos dependen de mí.

Policía: Trabajar es un crimen, usted puede ser un asesino, contagiando a cientos o miles de personas con el virus. Le espera una larga condena.

Vendedor: Pero ni siquiera estoy enfermo, además, ¡no he conocido a ninguna persona que esté enferma!

Policía: Como ben lo dijo el presidente “La personas sanas son las más peligrosas, ya que no se sabe si están en verdad enfermas”.

(Al vendedor): Esta mercancía queda confiscada y este será llevado a los patios para ser inspeccionado.

(El policía procede a tomar el coche de supermercado donde el vendedor carga sus frutas, el vendedor trata de defender su carrito y el policía, apropósito, riega todas las frutas por la calle).

Policía: (Por la radio) Solicito refuerzos urgentes, tenemos a un X29, traer patrulla y camisa de fuerza.

Vendedor: (Tratando de recoger las frutas del suelo). No tiende derecho a hacerme esto, trabajar no e sun delito, tengo esposa e hijos que mantener. (El policía patea al vendedor agachado y zapatea encima de la fruta).

Policía: Por miserables como usted que no quieren seguir las reglas es que sigue la pandemia.

Vendedor: El estado opresor es el violador de nuestro derecho a la vida, defenderé mi derecho a trabajar con mi vida misma.

(Dicho esto, toma el carrito de supermercado y embiste con al policía. El policía se resbala hacia atrás, se golpea la cabeza al caer y se desmaya, el vendedor le aplasta una papaya en la cabeza)

Vendedor: Las fuerzas de represión son el aparato del estado para imponer por la fuerza un estado de terror.

(Se escucha una sirena en la distancia. El vendedor recoge la fruta que alcanza levantar del suelo y montándose en una patineta empuja el carrito de supermercado calle abajo tan rápido como puede.

Fin de la escena 2

Escena 3: A las puertas de un hospital

(La muerte, disfrazada de enfermera, anuncia la vacuna).

La Muerte: Señores y señoras, damas y caballero, niños y niñas, por fin llegó lo que tanto esperábamos, la solución de nuestro encierro, el pasaporte al trabajo y a una mejor vida, el virus ya no nos podrá amenazar de muerte porque con la vacuna KillGate de Pfizer ustedes podrán gozar de mejor salud, de mejor, vida, se podrán quitar las mascarillas, hacer vida social, ir a las discotecas y ¡hasta bailar la conga!

Escena 4: Cada cosa y su contrato

(La sala de una pareja en un país latinoamericano)

Ella: Si salimos nos podemos contagiar del virus, pero si no salimos no tendremos con qué vivir porque se acabó el dinero.

Él (Mirando una pantalla de un celular): Dicen que el virus ya ha matado 3987 personas, un momento, la cuenta sube cada minuto, ya van 4123 personas, ¡avanza como una culebra pitón, devorando lo que encuentra a su paso!

Ella: Las pruebas dan falsos positivos, gente enferma aparece como sana y los sanos aparecen como contagiados, no hacen autopsias y no se sabe de qué murió la gente.

Él: Claro es más fácil decir que todos los muertos murieron del virus, así todo el mundo vive en constante estado de pánico.

Ella: Mandan a crear a los muertos para no hacerles pruebas.

Él: Y, si las pruebas de todas formas no sirven, ¿cómo sabremos de qué murieron?

TV: La Organización Mundial de la Salud acaba de anunciar que el uso de las mascarillas es opcional para quienes no estén enfermos o trabajen con enfermos, pero pueden ser una medida de precaución si se entra en contacto con una persona contagiada asintomática que de todas maneras es muy difícil que nos contagie.

Ella: (Bajándole el volumen al televisor) ¿Entendiste algo?

Él: Lo único que he entendido es que ascendieron el virus de la gripe a nivel de pandemia y que nos tienen arrestados en nuestras propias casas mientras producen una vacuna innecesaria contra un virus fantasma…

Ella: La TV dice que los no vacunados deben usar una mascarilla para que todo el mundo sepan quiénes son, los eviten los aíslen de modo que la presión social los obligue a vacunarse.

Él: Pero no se sabe qué efectos va a tener esa vacuna a largo plazo, ¡y no siquiera es una vacuna!

Ella: Extraña pandemia que la sobrevive el 99.7% de la población. Nos están engañando para arruinar nuestra salud y nuestros negocios. Dicen que Bill Gates quiere acabar con el 90% del humanidad….

Acto Tercero: Los no vacunados serán arrestados

(La misma pareja de la escena anterior, se escuchan golpes en la puerta)

Ella: ¿quién es y qué quiere?

Voz1: Somos su equipo de vacunación, por favor abran la puerta, esto solo tardará unos minutos.

Él: ¿Y si no queremos vacunarnos?

Voz 2: Ya oyeron lo que dijo el presidente en la misa esta mañana, el que no se vacune es un peligro público y deben ser vacunados o arrestados y vacunados en la cárcel. Ustedes eligen.

Ella: ¡Sin un consentimiento informado no me vacuno!

Él: ¡Están violando nuestro derecho a no ser partícipes de un experimento y eso viola el código de Nuremberg!

Hombre 1: Aquí los vacunamos a las buenas o a las malas, si no abren tumbaremos la puerta.

Él: (Abriendo la puerta)

Bueno, así por las buenas la cosa es diferente.

Hombre 2: Por el solo hecho de resistirse a la vacuna pueden ser condenados a 10 años de trabajos forzados en la colonia penal el Paupérrimo….

Hombre 1: Donde el que entra vivo, a veces sale muerto…

Hombre 2: Ustedes escogen… por favor arremánguense, tenemos que vacunar diez mil más víctimas, quiero decir personas antes de que caigan víctimas del virus.

Ella: ¿No les provoca un tinto?

Hombre 1: No tenemos tiempo, tenemos que cumplir nuestra cuota de vacunación. (Saca un par de jeringas y unos viales)

Él: Mire, soy alérgico a las vacunas y mi esposa también. Si les damos una contribución, no nos podrían vacunar con agua destilada y….

Hombre 2: ¿De cuánto es la contribución?

Ella: ¿Está bien un millón para cada uno?

(Los hombres hablan en voz baja)

Hombre 1: Oferta aceptada, arremánguense. (Llena una jeringa con el contenido del vial). Me imagino que la señora irá primero.

Ella: ¡Pero no cambió el contenido del frasco por otro!

Hombre 2; No se preocupe señora, el señor arremánguese también. De todos modos a todo el mundo lo estamos vacunando con agua destilada. Esa vacuna es un peligro, y ¡pueden guardarse la plata!

Hombre 1: ¿Les dolió? Aquí están sus certificados de vacunación.

Hombre 2: Descubrimos que esta vacuna es una farsa, si no los deja estériles, los puede matar en el curso de dos años. Alguna gente muere al otro día.

Hombre 1: Ojalá hubiera más gente consciente como ustedes.

Fin del tercer Acto

Acto Cuarto: La rebelión

Escena completamente a oscuras, un spot se prende lentamente e ilumina a una mujer, vestida en un traje típico latinoamericano, sentado al lado de un canasto lleno de verduras.

Mujer 1:

La tierra nos da la vida

productos orgánicos

para curarnos de los males

que nos están matando.

(Se pone en pie, canta)

Llegaron a vacunarnos

y el remedio fue peor que la enfermedad

muchos murieron peleando

otros murieron cuando les inyectaron

dies mil y un venenos

que coagulaban la sangre,

que explotaban las venas

que partían el corazón

que nublaban la razón.

Se prende otro foco, muestra una fila frente a un gran letrero que dice: Vacunación, la salvación

Enfermera: ¡El siguiente que sigue!

Mujer 1: ¿Pero esa vacuna sí es segura?

muchos han muerto por el pinchazo.

Si me enferma, ¿el gobierno asumirá

los costos de mi cuidado?

Enfermera: Le vacuna es obligatoria,

pero no se garantiza que no le dé el covid

o que no se muera por la vacuna,

todo es bajo su propio riesgo.

Aquí están sus papeles, firme y haga fila.

Mujer 1: (Mirando los papeles)

Esto no e sun consentimiento informado.

No dice que la vacuna pueda causar la muerte.

(Rasgando los papeles y lanzándolos al aire).

Esto no es ninguna vacuna,

es un plan de exterminio.

Un spot ilumina a un hombre con una guitarra, que canta:

Llegaron dizque a vacunarnos

como si fuéramos vacas

a meter en nuestras venas

venenos infernales

que ya han matado a millares.

Esta vacuna es tan necesaria

como abrirse un hueco en la cabeza

¿Entiende usted señora Teresa?

Esta vacuna es como un disparo en la sien.

¿Entiende usted don Genaro?

(todos a coro)

No nos vacunamos,

nos rebelamos

el remedio es peor

que la enfermedad

el reino de la maldad

nos quiere exterminar

y la vacuna es una inyección letal.

(Suenan sirenas de policía por megáfono)

Todo el que no sea vacunado

será ejecutado de un solo tiro

si para salvarlos del virus

tenemos que matarlos

por los menos nos sufrirán tanto…

(Todos a coro)

¡Abajo con el gobierno,

no más policía asesina,

la Organización Mundial de la Salud

es una mafia,

nos han engañado con esta falsa pandemia

para hacernos vacunar

y las vacunas son el caballo de Troya,

con ellas nos meten el veneno

que nos tiene en la olla,

más vale morir de pie

que vivir arrodillados!

(Voz de Policía)

¡Si no se dispersan empezamos a disparar en un minuto!

(Voz de mujer)

¡Cabrones, les regalamos el minuto que falta!

El pueblo se abalanza contra la policía, aparecen líderes de primera línea que defienden con escudos y palos a la gente que se niega vacunar, Se escuchan disparos.

Voz de mujer:

Hay un herido de los nuestros, se desangra. Vengan a ayudarlo.

Voz de hombre: ¡A la carga dijo Gaitán! ¡O peleamos como guerreros o moriremos como esclavos!

La multitud logra rodear a la policía y la despoja de sus armas y la hace huir en desbandada.

Voz de mujer (Canta):

El mundo era como un zapato

Las suelas viejas

Y duro al tacto

Coro: Duro al tacto, ¡qué desacato!

Voz de mujer (Canta):

El mundo era como un pañuelo sucio

Todos los corruptos limpiaban allí sus penas

Mientras se inyectaban

Sangre ajena por las venas

Coro: ¡Por las venas! ¡Abominación! !Ya que carecen de corazón!

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